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Fue en un chalet de Colinas Bermejas, una zona residencial de altos vuelos en las afueras de Granada. Se apilaban varios amplificadores de calidad media, junto a grandes mesas con los elementos necesarios para organizar una gran fiesta. Las invitaciones que todos portábamos en la mano aseguraban que era la presentación del primer disco del grupo Al-Dar (en árabe El Hogar). “Un grupo de rock compuesto por cinco jóvenes estudiantes granadinos con una carrera impresionántemente rápida, habiendo realizado hasta hoy cuarenta recitales”. Recién terminado su primer single, tenían contratados una larga serie de conciertos para ese verano. Pero Al-Dar no sería de esos grupos que terminan su vida artística tan rápidamente como la empiezan. Tienen cuerda para rato. Era lo que aseguraba su hoja promocional, mintiendo, como todas.
Estábamos a mediados de 1981 y en la foto aparecían cinco chavales, entre malencarados y altivos, sacaban pecho para su primera foto pública. Entre ellos, todavía con las marcas recientes de la adolescencia, aparecían los hermanos García Lapido, Jose Ignacio y Javier, y Cayetano Anibal, tres nombres que, bajo la luz o las sombras, serían importantes en la música de nuestro país. Serán los principales protagonistas de estas páginas, que no son más que el resumen de sueños y realidades de la música en Granada, desde los tiempos dificiles de entonces a los tiempos duros de ahora. La Gibson SG de aquella fiesta, la misma que tanto gustaba a Frank Zappa y a Angus Young, dijo adios ante miles de personas en mayo de 1996, pero el camino fué largo.