Nuevo disco de INGRESO CADAVER
Tras muchos años de dedicación y entrega, y una extensa trayectoria musical a sus espaldas, el grupo alicantino Ingresó Cadáver vuelve a presentarse en sociedad, acompañado, esta vez, por “El Hombre Comestible”.
Tras aquella su primera maketa “Ingresó Cadáver (1995)”, rebosante de energía y espontaneidad, donde quedaban contenidas canciones que, a la postre, acabarían convertidas en himnos, como “El espermatozoide nuclear”, “Terrorismo sentimental”, “Máquinas en celo” o “El murciélago cazamariposas”, y tras la edición de su controvertido y finisecular “Armas de casa (1999)”, Ingresó Cadáver vuelven con el disco que siempre han querido. Un trabajo de excelente producción y elevada factura, gestado y elaborado durante más de cuatro años, que se convierte en el reflejo de toda su carrera y de su particular estilo.
Un “Kamasutra sonoro”: trece cambios de postura, trece misiles cargados de amor y de rabia que inician su despegue con los primeros y cautivadores compases de “¿Qué dirán mis fans?” para acabar estallando en el extenuante final de “El testículo electrónico”. Más de una hora de intenso placer donde confluyen toda clase de efectos y sonidos: acústicos y eléctricos, analógicos y digitales, disonantes y armoniosos, espaciales y humanos… Un compendio de ritmos estimulantes y pélvicos, histéricos y zen, de delirios marcianos mezclados con reminiscencias del punk, del rock, del funk, del hard, o del pop, entre otros.
OVNIS y algas, charcos de fuego, diluvios dorados, casas de plástico, espadas de luz, flores envueltas en papel de celulosa, zombis quemados por sol, machos triturados por robots de cocina, y la muerte presentada como un producto natural que ayuda a no engordar, forman parte de la extensa galería de imágenes ocultas entre la sólida maraña musical conformada por José Antonio Tomás, Juanjo Reig (Cycle, Krakovia), David Tomás (Banda Jachís) y Rafa Ferrándiz. La conjunción de cuatro músicos nacidos a la vez. Flotando en la misma placenta.
Catalogados como grupo de culto. Reclamados por una minoría selecta y exquisita, y rodeados siempre de un público inteligente y fiel, Ingresó Cadáver, se asoman a la superficie, y vuelven honestos, sin complejos ni cosméticos, tiernos y duros, limpios y sucios, anémicos y explosivos, domésticos y salvajes, caóticos y minuciosos. Inmunes a las modas, sin estéticas dominadoras, sin pensamientos dominadores. Como una mancha que no se quita. Recién llegados del siglo XX…